sábado, 24 de octubre de 2015

Poema Sinfonico de Angel Poli. En Las Noches del 1900. 22 octubre 2015.

     En esta ocasión nos propone Ángel
una obra que concilia líricamente música y palabra. Y todo porque Beethoven
escribiera: “El que ha comprendido mi música debe sentirse libre de todas las
miserias en que los demás se debaten”. Eso es exactamente lo que Ángel
pretende: librar de miserias a quienes lean este poemario. Utopía o realidad es
lo de menos, lo importante es la actitud del poeta, su credo elevado al
entenderse capaz de ofertar versos que liberen de miserias; no mejor cualidad,
no poca convicción en sus pensamientos y en la armonía de ellos en forma de
poesía abierta.





            Así, la obra comienza con
invitaciones en opereta a la nada o al todo, “ven que soy el fin donde el azar
vela calor de sombra”. Y luego hace sonar su música poética en todos los tonos,
con allegretto, con violines, con estridencias, con minuetos, con sagacidad,
con enamoramiento, con osadías. Y va recorriendo pentagramas a su ritmo. Aquí
en tríos de piano, violín y violonchelo; allá en sinfonías, más en soto voce,
luego en adagios y se va metiendo en la partitura y en el libro. Para resultar
que cuanto indica en los versos no tiene relación aparente alguna con la
capacidad musical de Beethoven y sí, se encuentra un parecido inusual. “No me
preguntes más qué es la poesía”, y quiere decir: “indaga tú, busca tú, mójate
tú, eso es o puede ser la poesía” o “ven y escucha estos versos en solfa y
puedes saber qué es la poesía”. Como el poeta lo intenta en sus tres primeras
sonatas: “que me busque el poema y que me halle”. Se suceden las sinfonías en
una generación de ambientes que proporcionan la lealtad al suceso de la poesía
que se encamina solo al sentimiento y a la estética, y lo fija así: “qué
infinita belleza/la nota que en su linde,/quemada, se deshace” y deja cerrado
un poema como si fuera una obertura. Porque Ángel escribe y siente a compás de
tiempo, se expresa como si viviera entre 1775 y 1800 por ejemplo, y anda esos
mundos y se imagina cómo pudo ser Claro de luna para Giuletta y se le ocurre
que pudo ser así: “y hubo un beso caído que flotaba, distante de tan claro, que
solo pude dárselo a la luna”. Si lees esto, te digo- amigo lector o escuchante-
si esto lees, estarás alejándote de las miserias que anunciara el genio
Beethoven, lo intuyo, lo admito.


            Existe, sin embrago, otra razón que
arpegia estas dos formas del arte y que por ambos son conocidas. Viene en el
libro que en el verano de 1812 escribió Beethoven a Bettina: “Un músico es
también un poeta que puede, de improviso, sentirse transportado por dos bellos
ojos a un hermoso mundo…”. Y ahora también un poeta puede sentirse transportado
a ese mundo de ojos hermosos. Ángel lo hace pero entre líneas, nunca su desnudo
es integral, se le sabe púdico, íntimo, ingenuo, y tales cualidades no le son
propias para corromperse por una sola obra, siempre va guardando algo. Habrá
que preguntarle al poeta si es por temor o por ignorancia mas nunca lo dirá, el
poeta es como es y si algo no necesita cambio en esta vida es el poeta. Déjenlo
en su mágico pudor y amen lo que enseña, que es un infinito de ternuras.


            Me gusta todo lo que escribe Ángel
Poli, este poemario también. No he tenido con él enredos de discusiones en
formas, he tenido más bien contagios de versos. Porque decir sencillez no es
todo ni decir corrección es algo. Para estudiarlo baste ponerse con sus
cuadernos de vida ante los ojos, infringirles atención sin mesura y
corresponderse como cómplice a esta manera de despertar de ningún sueño y de
debatirse en solicitud con la amalgama de los tiempos, que tan exquisitamente
ha compaginado el poeta para su trama lírica.
Ramón Llanes. (Escritor)

 


 Estuvo presentado y acompañado por su buen amigo Francisco Ruano, ambos miembros de la asociación cultural y literaria de Las Noches del 1900.



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